Dirección General de Aguas, FAO y Fondo Verde para el Clima convocan a empresas a participar en diseño de medidas de adaptación basadas en evidencia científica. Encuesta abierta hasta el 4 de noviembre.
Santiago, octubre de 2025. La Dirección General de Aguas (DGA) del Ministerio de Obras Públicas, con apoyo técnico de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y financiamiento del Fondo Verde para el Clima (FVC), inició una fase participativa para construir una estrategia colaborativa de adaptación al cambio climático en el ámbito hídrico, basada en evidencia científica y experiencias sectoriales.
Plan de Adaptación con base científica
La iniciativa forma parte del Plan de Adaptación al Cambio Climático para el sector de Recursos Hídricos, que busca incorporar la experiencia del sector productivo en el diseño de medidas efectivas de resiliencia hídrica, fundamentadas en datos científicos sobre impactos climáticos y proyecciones hidrológicas.
El Seremi de Obras Públicas, José Luis Hernández, señaló que la estrategia busca “recoger la visión y experiencia del sector productivo para incorporar sus aportes en el diseño de la estrategia de vinculación con el sector privado, que promueva la resiliencia, la seguridad hídrica y la inversión en acción climática en el contexto de los desafíos que impone el cambio climático”.
Encuesta científica multisectorial
La convocatoria invita a empresas y gremios vinculados al uso del agua a responder una encuesta hasta el 4 de noviembre en http://bit.ly/4oxrYlo, dirigida principalmente a sectores sanitario, agrícola, forestal, energético, acuícola, minero, industrial y turístico.
Esta herramienta permitirá identificar buenas prácticas, brechas actuales y necesidades de investigación aplicada en torno a la adaptación al cambio climático en el ámbito hídrico, generando una base de datos para diseño de políticas basadas en evidencia.
Contexto científico: sequía estructural
Rodrigo Sanhueza, director General de Aguas del MOP, explicó que “el impacto del cambio climático con escasez de precipitaciones, altas temperaturas que aceleran el derretimiento de nieve acumulada o concentración de lluvias como las de 2023 y 2024, junto al crecimiento demográfico y productivo, nos exige trabajar coordinadamente con todos los sectores”.
Según el último estudio de la DGA (2017), el consumo hídrico nacional se distribuye en: 73,1% uso agrícola, 10,8% agua potable urbana, 6,7% uso industrial, 4,5% uso eléctrico, 3,2% minería, 1% agua potable rural y 0,7% uso pecuario.
Evidencia científica internacional sobre eficiencia hídrica
Irene Bernaus, coordinadora del Plan de FAO en Chile, destacó que “el sector productivo tiene enorme potencial para liderar soluciones frente a la crisis hídrica. Desde FAO impulsamos esta estrategia para abrir espacios de participación real, donde empresas puedan aportar su experiencia y sumarse activamente a la adaptación basada en ciencia”.
Bernaus citó el estudio global de FAO “Water for Sustainable Food and Agriculture” (2017), que evidencia que empresas agroindustriales que implementaron tecnologías de riego eficiente y gestión integrada del recurso hídrico reportaron reducciones de hasta 30% en consumo de agua, traducidas en menores costos operacionales y menor vulnerabilidad ante sequías.
Co-construcción de hoja de ruta científico-técnica
La iniciativa, desarrollada con apoyo de la consultora Deuman, considera posteriormente talleres participativos para la co-construcción entre sector privado y público de una hoja de ruta que contenga acciones y compromisos basados en evidencia científica, con el objetivo de avanzar en seguridad hídrica para el desarrollo de actividades productivas.
Participación científico-técnica
El proceso busca articular conocimiento científico sobre cambio climático e hidrología con experiencias prácticas del sector productivo, generando una estrategia de adaptación que integre proyecciones climáticas, monitoreo de recursos hídricos e innovación tecnológica para la gestión sostenible del agua.
La convocatoria representa una oportunidad para que el sector productivo contribuya con datos, experiencias y necesidades de investigación aplicada que fortalezcan la base científica de las políticas públicas de adaptación al cambio climático en Chile.